¿Para qué las sirven las Matemáticas?

“Profe, dígame sinceramente, ¿para qué sirven las matemáticas?”. Esta es una de las preguntas más frecuentes que hacen los estudiantes a sus docentes, cuando ven las tropas de teoremas acercarse a las inmediaciones del aula.

Algunos dicen que las matemáticas de la escuela nos sirven para desarrollar la inteligencia. Sin embargo, la realidad es que el estudiante, en general, memoriza algoritmos cuya aplicación práctica desconoce. Muchos contenidos de la matemática, son mecánicos y secos.

Sin aplicación práctica. Para muestra un botón: en primaria, los estudiantes deben estudiar el sistema de numeración base dos, transformando números de la base diez a la base dos, por medio de tediosas divisiones repetitivas. ¿Cuál es la aplicación práctica de este contenido? Generalmente ninguna, a no ser que nuestro estudiante, muchos años después, decida estudiar informática, álgebra de Boole y números binarios.

Este contenido en particular tendría sentido si primero se enseñara la base dos y luego nuestra famosa base diez, de mayor complejidad, lo cual no sucede en los programas de estudio. Durante la secundaria, los números binarios desaparecen del mapa en algún sector cercano al Triángulo de las Bermudas.



Hay quienes argumentan que lo que se nos enseña en matemática nos ayuda en la vida diaria; sin embargo, la matemática que usamos cotidianamente para pagar la tarifa del bus y comprar en el supermercado exige habitualmente el uso de la aritmética básica. Hasta la fecha, nunca he visto un jugador de baloncesto, calculando el discriminante del polinomio cuadrático correspondiente a la parábola que describirá la pelota al lanzarla.

Memorizar interminables fórmulas y recetas algebraicas no es saber matemática. Siguiendo el pensamiento de Paul Davis y Roger Penrose, prestigiosos físicos, el universo funciona matemáticamente. La matemática es orden en el caos y, pese a lo que digan los escépticos, la matemática habitaba este mundo mucho antes de la llegada del ser humano. La constante de la gravitación universal G y el número pi, estaban allí, no se construyeron socialmente, fueron descubiertas. Sin matemáticas no hay ciencia, sin ciencia el mundo es incontrolable.
Matemática y productividad. Entonces, ¿para qué enseñar matemáticas en la escuela? Yo diría que la respuesta tiene una explicación económica: sin educación matemática, no hay mejoramiento en la productividad de la población, sin una mayor productividad, no hay crecimiento económico, ni ascenso en la calidad de vida de los ciudadanos.

El analfabetismo matemático tiene unas simpáticas primitas llamadas ineficiencia e incompetencia. No existe proceso productivo que pueda comprenderse y mejorarse, sin hacer uso de la matemática.

La matemática se come muchos de nuestros problemas, o al menos nos avisa de su llegada. Por ejemplo, gracias a la estadística y la probabilidad, podemos prepararnos para la visita de algunas pesadillas de la economía, tales como el desempleo y la inflación.

El desarrollo económico de un pueblo depende enormemente de su desarrollo matemático. Entendiendo desarrollo matemático como la generación de pensamiento lógico, identificación de patrones, selección de algoritmos eficientes en la resolución de problemas.

El buen docente de matemáticas es un recurso económico valioso, pues por sus acciones se logra el desarrollo cognitivo de la población. Sus condiciones salariales deben ser fiel reflejo de la calidad del servicio educativo que brinda.

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